Otra vez de vuelta a la rutina; despertar.
Hay días en que sería mejor no hacerlo.
De nuevo la soledad, de nuevo la calle.
De nuevo el arte de andar a prisa.
¿Qué caso tiene reír en un mundo depresivo?
La felicidad sí se compra, y a un precio exorbitante.
Nadie está dispuesto a pagarlo. Ni siquiera Dios.
Después de todo, para los poetas mudos, sin manos,
siempre quedarán las musas; las bailarinas sin pies.
Paratilafelicidadestáaunalibreríadedistancia.
ResponderEliminarTe amo.
Bienvenido a la blogósfera, ozo.